miércoles, 14 de octubre de 2009

Introducción


La historia del presente es la historia que estamos viviendo, la época en la que nos ha tocado vivir. Este presente, con el paso del tiempo será conocido con un nombre, pero nosotros no lo llegaremos a ver; porque no nos corresponde a nosotros el dar nombre a la época actual. Eso mismo les sucedió a los que habitaron los siglos pasados, siendo otros ciudadanos futuros los que pusieron nombre al tiempo en que vivieron.

En las denominaciones de los periodos históricos (Historia Contemporánea, Historia Moderna etc) existe una perspectiva euro-centrista, parcial y occidental; además, para identificar la separación entre estos periodos artificiales y creados con buena intención para comprender el mundo, usamos fechas y hechos simbólicos como la Conquista de Constantinopla por parte de los turcos, el Descubrimiento de América, la Revolución Francesa, la Caída del Muro de Berlín, los atentados del 11 de septiembre de 2001…
Lo más probable es que los estudios de Historia Asiática no consideren estos hechos tan importantes, teniendo más en cuenta otros más cercanos a su perspectiva como el fin de la dinastía Ming o Manchú en China.

Identificamos la Edad Moderna con rasgos como el comercio, la colonización, la expansión geográfica, los avances técnicos, las monarquías absolutas o la ruptura de la unidad religiosa en la Europa Occidental. Sin embargo, el estado nación liberal, la descolonización o el ascenso de nuevas potencias son más propios de identificar lo que conocemos como Edad Contemporánea. Esta distinción entre Edad Moderna y Edad Contemporánea es también aplicable a nivel nacional (España) e iberoamericano, teniendo en cuenta los acontecimientos propios de cada país. En este sentido, la conquista y la colonización de América es esencial; y ha de ser considerada en un contexto europeo.

Para el entendimiento de los procesos comerciales hay que tener en cuenta las rutas que estableció Marco Polo, cuando en 1271 viajó desde Venecia hasta China, permaneciendo allí 17 años y dando testimonio de otras formas de vida propias de una cultura que no era la suya. Gracias a estos relatos fue posible el conocimiento del carbón, la pólvora, los sistemas avanzados de navegación… lo que pone de manifiesto la superioridad técnica de China, que fue un hecho hasta la mitad del siglo XIV.
La civilización europea adaptó muchos de estos avances y técnicas con fines bélicos y gracias a estos y algunas otras circunstancias, el pequeño continente europeo conquistó y modeló el mundo a su imagen y semejanza. Esto ha provocado que aún hoy sigan permaneciendo inconclusos procesos de descolonización como el del Sáhara Occidental.

Fueron diversos los motivos que llevaron a Europa a modelar el mundo. Pero ¿por qué Europa y no otra civilización como China?; en China las fronteras interiores no estaban bien delimitadas, hubo feudalismo burocrático hasta el siglo XVI y debido a la gran cantidad de población y la abundante mano de obra no era un país necesitado de una revolución técnica (lo que sí ocurría en Europa).

El dominio europeo del mundo fue un proceso que contaba con los instrumentos necesarios: ciencia y técnica. A esto ayuda la posición estratégica de Europa y la necesidad del uso de métodos precisos para las transacciones comerciales (el patrón oro). La búsqueda de mano de obra gratuita (esclavos), la búsqueda de especies y nuevos caladeros de pesca hacen que el continente africano tenga especial relevancia; después llegará América. El motivo psicológico (potenciación del enriquecimiento europeo) y la causa religiosa (cristianismo por encima de otras religiones) son también esenciales para esta expansión.

Los instrumentos de dominio europeo

La revolución científica es el periodo entre la época de Copérnico (principios del siglo XVI) y la época de Newton; constituye el Renacimiento científico y la consolidación del conocimiento práctico, centrando el estudio en los procesos y no en la mera descripción. Se trata del diseño de una filosofía natural con el fin de controlar la realidad y dominar el mundo. Se valoran los saberes que permiten explorar el mundo. El impulso de los estados fue esencial, entendiendo así una “república europea de las ciencias” con unos intereses comunes. Los avances físicos, la cosmología, la astronomía y la filosofía empirista son los rasgos que distinguen a esta revolución. Ciencia y técnica quedan unidas y la teoría se explica con casos prácticos.

La banca moderna y los instrumentos financieros de Repúblicas italianas como Génova proveen de las monarquías. Estas tienen el fin de expandir su influencia. Nacen las compañías en comandita, los préstamos y las letras de cambio. Se busca la conquista de los océanos y el establecimiento de rutas comerciales permanentes. Por lo tanto se desarrollan las artes cartográficas y la náutica. Los préstamos se hacían a riesgo de mar, con un alto interés pero asegurados en caso de accidente marítimo.

La técnica náutica empleada es una combinación de las tradiciones norteña (de los países nórdicos) y la mediterránea. En el siglo XIV se adaptan los grandes barcos norteños para su navegación en el Mediterráneo.

Los avances militares sirven como ejemplo de estudio de la sociedad de la época (idea de Michael Roberts): Venecia firmó unos 70 tratados militares entre 1492 y 1570, la militia urbana de ciudades italianas medievales fue exportada a la zona de Flandes, los ejércitos aumentaron la infantería y la artillería, lo que causó estragos en la vieja caballería. Se construyen nuevas fortificaciones para las ciudades. La ingeniería militar tuvo su desarrollo en las escuelas holandesas e italiana; ejemplos de ello son las ciudades de Ostende y Palmanova respectivamente. Estas técnicas se exportaron al continente americano.

Estos factores de desarrollo europeo tuvieron consecuencias en todo el mundo; y sólo China y Japón se mantuvieron al margen hasta el siglo XIX.
Javier Muñoz Ortega

1 comentario:

  1. Buena entrada, si bien hay algo que no queda suficientemente explicado: la Edad Moderna se caracteriza por la ruptura de la unidad religiosa en la Europa Occidental.
    David Alonso

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